Treinta y dos alitas bañadas hasta el exceso en tu salsa favorita: pegajosa, picante, dulce… como la quieras, pero siempre brutal.
Jugosas por dentro, doradas por fuera, hechas para ensuciarte los dedos sin remordimiento.
Acompañadas de apio, zanahoria y un aderezo que te salva justo cuando la salsa empieza a arder.
32 oportunidades de puro vicio.
No son alitas… es una maratón de antojo.